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La primera idea que transmite Covey en Los 7 hábitos guarda relación con la subjetividad de las percepciones: debemos examinar el cristal o la lente a través de los cuales vemos el mundo tanto como el mundo que vemos. Si queremos cambiar una situación, apunta, debemos cambiar nosotros mismos, y para ello debemos cambiar nuestras percepciones.

Ética de la personalidad vs. ética del carácter

Covey define la “Ética de la personalidad” como un conjunto de arreglos transitorios y superficiales, a veces manipuladores, para obtener el éxito: actitudes, conductas, habilidades, técnicas de interacción interpersonal, estrategias de influencia, actitud mental positiva.

Por el contrario, la “Ética del carácter” la constituyen una serie de principios básicos para vivir con efectividad: integridad, humildad, fidelidad, valor, justicia, paciencia, esfuerzo, simplicidad, etc. Se trata de sistemas naturales basados en la “ley de la cosecha”.

La ética del carácter se basa en que hay principios fundamentales que gobiernan la efectividad y el desarrollo. La ética de la personalidad, sin embargo, es ilusoria y engañosa: es imposible violar, ignorar o abreviar el proceso de desarrollo.

“Grandeza” primaria y secundaria

Los elementos de la ética de la personalidad son rasgos secundarios, no primarios. Constituyen la técnica, pero no la base para el éxito permanente. Centrar la atención en la técnica, pone como ejemplo Covey, es como estudiar a última hora, sólo para el examen.

Los rasgos secundarios en sí mismos no tienen ningún valor permanente en relaciones a largo plazo. Si no hay una integridad profunda y una fuerza fundamental del carácter, el fracaso de las relaciones humanas acaba reemplazando al éxito a corto plazo.

El poder de los paradigmas

Un paradigma es como un mapa: un marco de referencia, un modo de percepción, comprensión e interpretación. Los paradigmas son poderosos porque crean los cristales a través de los cuales vemos el mundo. Tanto es así que nuestros paradigmas son la fuente de nuestras actitudes y conductas, y en última instancia de nuestras relaciones con los demás.

Para mostrar el efecto del condicionamiento sobre nuestros paradigmas, Covey expone el clásico experimento del dibujo de la joven y la anciana y concluye que vemos el mundo no como es, sino como somos nosotros, como se nos ha condicionado para que lo veamos. Tratar de cambiar nuestras actitudes y conductas (ética de la personalidad) es inútil a largo plazo si no examinamos los paradigmas básicos de los que surgen. Si aspiramos a un cambio significativo tenemos que trabajar sobre nuestros paradigmas básicos.

Cuanta más conciencia tengamos de nuestros paradigmas, mapas o supuestos básicos, y de la medida en que nos ha influido nuestra experiencia, en mayor grado podremos asumir la responsabilidad de tales paradigmas, examinarlos, escuchar a los otros y estar abiertos a sus percepciones, con lo que lograremos un cuadro más amplio y una visión mucho más objetiva.

Se le atribuye a Einstein la idea de que los problemas no pueden solucionarse en el mismo nivel de pensamiento desde el que surgieron. Se requiere por tanto un nivel de pensamiento más profundo. Un enfoque de la efectividad personal e interpersonal centrado en principios y basado en el carácter, “de dentro hacia afuera”.

Panorama general de los 7 hábitos

Nuestro carácter está determinado por nuestros hábitos.

Covey define el hábito como la confluencia entre conocimiento (qué, por qué), capacidad (cómo) y deseo (querer).

Los 7 hábitos corresponden a distintos niveles en lo que el autor llama el continuum de la madurez, una evolución que va desde la dependencia a la independencia o “victoria privada”, y desde la independencia a la interdependencia o “victoria pública”. Las victorias privadas preceden a las públicas.

Una idea importante es que el pensamiento independiente por sí solo no se adecúa a la realidad interdependiente. Así, personas independientes pero incapaces de actuar de forma interdependiente pueden ser buenos productores individuales, pero no serán buenos líderes ni buenos miembros de un colectivo. La vida, por naturaleza, es interdependiente.

Equilibrio P/CP

La efectividad depende del equilibrio de dos factores: lo que se produce (P, “huevos de oro”) y la capacidad de producción (CP, “gallina”). El equilibrio P/CP es la esencia de la efectividad, el paradigma sobre el que se construyen los 7 hábitos.

Basado en Stephen Covey. The 7 habits of highly effective people (1989)