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El séptimo hábito es CP personal. Significa renovar las cuatro dimensiones de la naturaleza personal: física, mental, espiritual y emocional / social.

“Afilar la sierra” es ejercer las cuatro dimensiones de nuestra naturaleza regular y congruentemente, de manera sabia y equilibrada. Covey destaca que la inversión más poderosa en la vida es la inversión en nosotros mismos, e insiste en la importancia de dedicar tiempo regularmente a afilar la sierra en las cuatro dimensiones.

Las dimensiones física, mental y espiritual están relacionadas con los hábitos 1º, 2º y 3º (principios de visión, liderazgo y administración personales). La dimensión social / emocional enfoca los hábitos 4º, 5º y 6º (principios de liderazgo interpersonal, comunicación empática y cooperación creativa).

Cuanto más progresamos en cualquiera de los hábitos que conducen a la independencia (hábitos 1º, 2º y 3º), más efectivos seremos en las situaciones interdependientes (hábitos 4º, 5º y 6º). La renovación (7º hábito) es el proceso de revivificar todos los hábitos.

Covey defiende que una vida de integridad es la fuente fundamental de la valía personal. Y para vivir una vida de integridad, nuestros hábitos diarios han de reflejar nuestros valores más profundos. La “victoria privada cotidiana” (dimensiones física, mental y espiritual) es clave para el desarrollo de los 7 hábitos, y está en nuestro círculo de influencia.

La renovación nos permite ascender en una espiral de crecimiento y cambio, de perfeccionamiento continuo.

Otra vez de dentro hacia afuera

Para terminar, Covey recuerda que existe una brecha o espacio entre el estímulo y la respuesta.

Afirma que somos personas “de transición”, un vínculo entre el pasado y el futuro. Cualquier tendencia que se nos haya transmitido de generación en generación familiar puede detenerse en nosotros. Por tanto, nuestro propio cambio puede afectar a muchas vidas más adelante.

Quien no puede cambiar sus pensamientos nunca podrá cambiar la realidad, y por tanto no hará ningún progreso.

El cambio procede de dentro hacia afuera. No se consigue cortando las hojas de las actitudes y la conducta con las técnicas rápidas de la ética de la personalidad. Se logra actuando sobre las raíces: la trama de nuestros pensamientos, los paradigmas fundamentales que definen nuestro carácter y crean las lentes a través de las cuales vemos el mundo.